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domingo, 13 de noviembre de 2011

FORMENTERA: ¿LA ISLA DE LOS HIPPIES Y LA TRANQUILIDAD?

Como cada año, desde la Asociación Cicloturista Almansa, hemos disfrutado este verano realizando lo que más nos gusta y por lo que un día decidimos unirnos para fomentar y difundir como actividad. Tras los maravillosos Encuentros Cicloturistas del mes de Julio, nos esperaba Formentera, lugar que este año habíamos decidido visitar siguiendo con la tradición anual de practicar cicloturismo con nuestra bici por una isla.

33 cicloturistas, de procedencias dispares (Getxo, Burgos, Estivella, Villena, Villarrobledo y Almansa) estuvimos varios meses esperando a que llegase el 25 de Agosto, fecha en la que nos embarcaríamos en el ferry con rumbo a la isla más pequeña de las Pitiusas.

Lo que a priori parece ser la isla más tranquila de las Baleares, pasó a ser todo un reto a superar para todos los integrantes del viaje. Y es que el desbordamiento, descontrol y masificación turístico presente en la isla en los meses de verano es tal, que nuestra estancia en la isla se complicó e incomodó más de lo esperado.


Muchos son los turistas que visitan Ibiza y que aprovechan durante sus vacaciones en la isla para visitar Formentera, dada su cercanía y comodidad para viajar en el día. Nada más llegar en ferry al puerto de La Savina, una abundante oferta de negocios de alquiler de vehículos se distribuye dando las primeras pedaladas de contacto con la isla. Hasta aquí, nada se saldría fuera de lo normal de no ser porque el número de alquiler de vehículos motorizados es, en esta época del año de Julio y Agosto, totalmente desproporcionado en relación al tamaño y recursos de la isla. Coches y, especialmente motos, llenan de ruido, malos humos y rapidez la apetecible tierra formentereña que no permanece ajena a este estrés veraniego. Las pocas carreteras que tiene la isla son transitadas por turistas que se suceden constantemente en filas de vehículos yendo en todas direcciones.



Dentro de esta jungla, también hay espacio para que las bicicletas se mezclen junto con el resto de vehículos. Aunque éstas son relegadas a los arcenes, pintados de color rojo llamativo para diferenciarse del resto de la calzada. A veces, incluso, menospreciadas por algún que otro conductor estresado en su corto trayecto. Todavía recuerdo con pavor nuestro último día de estancia en la isla, donde varios de nosotros, que circulábamos en grupo y en línea por la carretera que conduce al Faro de Barbária (famoso por aparecer en la película “Lucía y el sexo”), tuvimos que echarnos repentinamente a un lado de la carretera para evitar ser atropellados por un coche que se acercaba a nosotros en sentido contrario y no tuvo la paciencia suficiente para esperar a adelantar a una moto.



Evitar las carreteras principales y circular por caminos y rutas cicloturistas presentes en la isla fue nuestra prioridad para alejarnos el máximo tiempo posible del acuciante tráfico. Me pregunto si el gobierno balear y la corporación local habrán hecho una comparación valorando los beneficios del turismo ofertado en la isla y los inconvenientes del mismo, algo – esto último – que con un poco de sentido común se ve fácilmente.

Es evidente que, el gobierno de Formentera ha apostado por un tipo de turismo cuantitativo, teniendo los habitantes de la isla esta práctica como vía principal de financiación. Queda pues, bastante alejado el concepto de calidad turística que permitiría preservar el entorno de la isla y volver a catalogarla como la isla de la tranquilidad, las bicicletas y rincones idílicos donde sólo se escucha el agua del mar y no el bullicio turístico actual.

Hasta tal punto llega la apuesta por este turismo que durante nuestra estancia en la isla fuimos tratados diariamente como auténticos fugitivos. La prohibición de dormir al aire libre dentro de la isla está tan controlada que, en lugar de colocar un cartel de bienvenida a los viajeros al bajar del ferry, lo primero que nos encontramos es un cartel de “NO CAMPING”.

El tamaño de la isla hace que sea fácilmente predecible adivinar donde encontrar a turistas que infrinjan esta ley, pero de eso,... de eso se encarga ¡LA POLICÍA LOCAL! Varios integrantes del grupo fueron multados con cantidades ilógicas de 300€ por pernoctar al aire libre, algo que desde la Asociación siempre hemos hecho y que asumimos como una manera idónea y complementaria de viajar junto a tu bicicleta, dada la libertad que te ofrecen estos dos conceptos.



Ni si quiera nuestra condición de ser respetuosos con el medio ambiente y de dejar los lugares por los que pasábamos más limpios que lo que nos los encontrábamos era suficiente motivo para aplacar las ansias de sanción ofrecidas por los agentes policiacos.

Varias fueron las estrategias que tuvimos que adoptar para evitar ser capturados de nuevo. Desde escondernos sigilosamente en lugares impensables donde extender nuestro aislante y dormir, hasta levantarnos antes del amanecer para no levantar sospechas ante las autoridades. Lo que en un primer momento se convirtió en una preocupación para la mayoría de nosotros, pasó finalmente a ser un reto diario cargado de tensión, risas y aventura que acabó con un final feliz, ya que pasamos inadvertidos el resto de noches durmiendo en la isla.

Sin duda, una experiencia veraniega da para escribir y reflexionar sobre el tipo de turismo que queremos. Si buscamos un tipo de turismo en el que prime la cantidad sobre la calidad y que a su vez, esto comprometa la estabilidad y el mantenimiento de la naturaleza y el entorno de la isla, entonces Formentera conduce en el sentido correcto. Si queremos mantener el carácter que hace especial y única la isla (quizás el poco que le queda), debemos cambiar el rumbo hacia prácticas que comprendan una mayor puesta en valor de la riqueza natural terrestre y marina que permitan avanzar hacia la sostenibilidad de los recursos naturales de la misma, que precisamente es lo que le ha permitido alcanzar el caché turístico y su fama actual.

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